En La segunda venida, Bifo Berardi narra una anécdota peculiar. En el verano de 2016 escribió un poema titulado “Auschwitz on the beach”. La idea sobre la que giraba ese poema era evidenciar, en una performance que incluiría música y elementos visuales, la crueldad de los Estados de Europa Occidental ante la llegada de inmigrantes de los países empobrecidos de África, Europa del Este y Asia, que acaban muriendo en las costas de los países desarrollados a los que no pueden acceder. Esta performance tendría lugar, notablemente, en Alemania. De allí el título. El autor, sin embargo, relata que apenas se hubo anunciado, los medios de comunicación masiva (¿haciéndose eco de un descontento popular?) mostraron su indignación. Algo esperable, según Bifo. Lo provocador del título del poema había sido calculado. Fue tal la presión mediática que:
La performance nunca se llevó a cabo, y el poema ya no existe, ya que borré el archivo de mi computadora. 1
Me pregunto si los hackers del futuro no serán los responsables de recuperar esta nueva forma de inéditos: archivos digitales que los autores eliminan de sus computadoras personales. Aún rescatamos originales a través de la desobediencia de editores (Kafka es el caso más distintivo), o la diligencia de las viudas (gracias a Aurora accedimos a material que Cortázar nunca publicó en vida). Incluso, de maneras aún más azarosas: alguien compra una vieja casa semi abandonada, y en uno de sus placares deteriorados, en un caja, descubre hojas mecanografiadas.
¿Será un grupo especializados de hackers los que a través de lo que se conoce como análisis forense digital nos recuperen estos textos? ¿Cotizarán los discos rígidos que contienen los tesoros invisibles entre un grupo de selectos aficionados? ¿Volveremos a la época de una práctica arqueológica? No ya sobre las tierras cercanas al Mar Muerto, sino sobre capas interminables de ceros y unos.
Tal vez sí. Tal vez algún día tengamos la posibilidad de leer “Auschwitz on the beach”, rescatado de una vieja MacBook de la segunda década del siglo XXI por un hacker de Siria, o de Afganistán, o de Nigeria.
Bifo Berardi, La segunda venida, p. 85. ↩